Hace poco que he empezado a ver Jessica Jones y he de deciros que mi primera impresión, salvando las distancias, fue "esto es Buffy Cazavampiros en versión adulta". Esperad, esperad, no me linchéis todavía, he dicho "salvando las distancias". Pero es que no pude evitar ver ciertas similitudes. Una protagonista con superfuerza y comentarios cortantes o sarcásticos que tiene que salvar el mundo (por ser la elegida o por remordimientos, la cosa es darle de hostias a los malos). Vale, una vez dejas atrás la adolescencia y vuelves a ver Buffy, puede que te des cuenta de que aquellos comentarios sarcásticos que iba soltando mientras clavaba estacas (y todo el resto de diálogos, vaya) dejan un poco que desear, pero ¡oye! es el más puro espíritu de las series teenager de los 90.
Comparaciones odiosas a parte, lo que yo veía de una en la otra era esa idea de un personaje protagonista femenino que carga con la mayor parte de la acción y la trama, en apariencia independiente y fuerte (mental o psicológicamente hablando) y... con superfuerza, claro. Y ahí radica el tema al que le he estado dando vueltas y que me ha llevado a volver al blog después de más de un año (sé que sin mí la comunidad blogger, seriéfila y cinéfila de la internete no ha sido lo mismo, pero no os preocupeis, ya podeis dejar de echarme de menos).
Who is more bitch, bitch? |
El caso es que hay un episodio de Buffy que se me quedó en la memoria, en el que ella, no recuerdo cómo, perdía sus habilidades de cazadora, su super fuerza, vaya. Mientras volvía en mitad de la noche del cementerio, o del Bronze (el bar/discoteca de Sunnydale), o de donde fuera, a su casa, pasaba por un callejón de esos que salen en las pelis, sucios, con contenedores y hasta humo y donde había varios tipos con pinta de chungos (sin colmillos, eeh, simples mortales) que la empezaban a increpar y soltarle "piropos". Y Buffy, la misma Buffy que se escapaba de casa a las tres de la mañana para patrullar el cementerio, la que lidiaba con vampiros y facturas cuando murió su madre, la que bajó a la boca del infierno, la elegida entre todas las cazadoras de todos los tiempos, esa misma Buffy, cruzó los brazos sobre el pecho, agachó la cabeza y aceleró el paso para salir del callejón haciéndose lo más pequeñita posible.
Así que yo me pregunto hasta qué punto todo el resto de facetas de su carácter que tanto nos (o "me", al menos) encantaban estaban condicionados por tener una característica que suele estar más desarrollada en el género masculino: la fuerza bruta. Y lo mismo se puede decir de Jessica, ¿o acaso creeis que una chica que
vive sola en un edificio de yonkis y hermanos desequilibrados se pegaría días con la puerta rota tapada por un cartón si no
tuviera la capacidad de mandarte al otro barrio (literalmente, me refiero) de una patada?
Jessica y Buffy en sus versiones cómic |
Vale, me direis que son series de temática sobrenatural y de superhéroes, tienen que tener super poderes. Tampoco harían una película del Capitán América si no tuviera super fuerza y un escudo de no sé qué metal chachi. Pero esto son sólo dos ejemplos de un fenómeno que me parece que viene ocurriendo desde hace un tiempo y que tiene, como muchas cosas, sus dos caras. Hablo de que cada vez hay más chicas protagonistas en películas, series, etc. que lo son por méritos propios y no porque el vampiro brillante de turno se haya enamorado who knows why or how de ellas. Esa es la cara bonita, aunque aún quede mucho trecho por recorrer, la tendencia es buena.
Sin embargo, tengo la sensación de que estos personajes femeninos están conquistando los papeles protagonistas a base de adoptar roles más típicamente masculinos. Vaya, que son una especie de Mulan, tienen que mostrar su dureza y sus aptitudes más viriles para progresar en un mundo hasta ahora demasiado ocupado por los hombres, el de los protas.
Ahí tenemos, por ejemplo, a Los 100, una serie que destaca por sus protagonistas femeninas, con mucho más peso y carácter que la mayoría de los personajes masculinos. Y aunque eso es una de las cosas por la que me tiene super enganchada, la verdad es que en un mundo post- apocalíptico en el que impera la ley del más fuerte y se pelea con lanza y espada, resulta un poco chocante que la mayoría de los puestos de "comandantes" estén ocupados por mujeres. Claro, a base de ganar combates cuerpo a cuerpo y no ceder ante sus sentimientos. Y para mundo post-apocalíptico salvaje, la nueva de Mad Max, donde una renacuaja Charlize Theron, a la que además le falta un brazo, le pega una buena paliza a un Tom Hardy tres veces más grande que ella. Y así ocurre con muchas otras historias.
Octavia, de Los 100 |
Las protas de Mad Max |
Vaya por delante que no quiero generalizar, sé que esto no ocurre siempre. En Los 100, mismamente, hay un momento en que Clarke y Lexa, las dos líderes de los grupos enfrentados Skaikru y Grounders, intentan una tregua rompiendo la tradición de que blood must have blood (algo así como un ojo por ojo) y que será reventada, precisamente, por dos hombres muy estúpidos al mando de un mini ejército. Y quitando a Furiosa, el resto de chicas que salen en Mad Max no necesitan hacerse las brutas para tener peso en la trama, dándole un cambio radical a la historia que narra esta saga. Sin embargo, sí que me parece que existe la tendencia de meter de esta forma a personajes femeninos en papeles protagonistas. Y que conste que no estoy diciendo que no pueda haber personajes femeninos duros, sólo digo que no debería ser necesario que lo sean para alcanzar los papeles principales. Por eso, quiero acabar esta entrada recomendandoos encarecidamente la serie Sense8, un ejemplo de cómo con sólo 8 personajes ya se puede tener toda una gama de personajes desde fuertes y valientes hasta más débiles y sensibles, tanto hombres como mujeres.
Sense8, deberíais empezar a verla en que acabeis de leer esta línea... YA. |
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